sábado, 12 de marzo de 2016

EL SANTERO PABLO FRAGOZA



EL SANTERO PABLO FRAGOZA

Cuentan los moradores de la poblaciones del interior del país, que en épocas pasadas, era costumbre que los llamados santeros visitaran casa por casa en cada pueblo que llegaran, presentando a la virgen que portaban, recibiendo de la población creyente, dádivas en efectivo o en especies vegetales y animales tales como frijoles y gallinas.
De estas limosnas vivía el santero y lo que quedaba lo entregaba a la parroquia respectiva. En la población de Camatagua se recuerda uno muy popular: Pablo Fragosa (a) “Pablo el miao” o “metetodi”, quien en Semana Santa servía de ayudante en la Iglesia  y se encargaba de tocar la “matraca” por las calles, una pieza de madera con dos aldabas que hacía un ruido característico, clac-clac, al pegar las aldabas a la madera, esta suplía las alegres campanas anunciando las horas de las misas y otros ritos religiosos. Este personaje se desempeñó también como jardinero de la plaza Bolívar, pero antes había sido el santero de la zona. Cuentan los que conocieron en esta actividad, en uno de sus paseos a la virgencita, se encontró con la novedad de que en el bar de Don Cruz, en Camatagua, llevaron la primera rockola que llegaba a la población; por tal motivo había una gran alegría en esta población llanera.
Pablo, que acababa de llegar con su santa (virgencita); no escapó de la curiosidad general y penetró en la local, con ánimo de fisgonear, recordando que andaba con la sagrada imagen y para librarse del pecado que cometía, decidió consultar con la santa, por lo cual estableció el siguiente dialogo:
-¿Virgencita? (preguntó con su verbo incompleto, (era “lengua mocha” como dicen en el llano) ¿puedo quedarme un ratito en este lugar? Y cuenta que la Virgen le contesto:
- Quédate Pablo.
Al rato animando por la música llanera le dio ganas de mojar la garganta, por lo que le preguntó nuevamente a la Santa:
¿Virgencita, me tomo un roncito?
- Tómatelo  Pablo – le contestó la Santa.
Pasadas unas horas el estómago de Pablo comenzó a pedir alimento. Por lo que él recurrió nuevamente a la imagen: Virgencita, ¡tengo hambre! Y la Virgen le contestó: -
¡Come Pablo ¡ a lo que Pablo le dice:-Vigesita, hay caotas, fijoles , pasta y pollo frito. ¿Qué como, mi santa?
-Come pollo frito –le respondió la virgen.
Después de comer observó que el ambiente mejoraba notablemente con la llegada de unas llaneras, muy bonitas, que a simple vista se observa que tenía ganas de bailar y Pablo jacarandoso le musitó a su santa:- Tengo ganas de bailar, ¿bailo? Y la santa le respondió: - Baila, Pablo. A lo que Pablo, ni corto ni perezoso, puso la santa sobre la rockola y se puso a zapatear joropo llanero unos tras otros, y pasadas unas horas Pablo se enamoró de una llanera de esas buenas por todos lados, por lo que le concertó una cita, a la que fue correspondido.
Recordó a la virgen que, de momento, había olvidado, se acercó a la rockola donde la había puesto y en esta oportunidad, sin pedirle permiso, le dijo:
“Santa,  quédese allí sobre la rockola y oiga música que yo estoy ocupado”.